Buenaventura, localidad portuaria, ubicada en el departamento del Valle de Cauca, pacífico colombiano, vive uno de sus peores momentos a causa de la violencia. Este 10 de febrero, sus habitantes realizarán una cadena humana, de 21 kilómetros, para pedir por la paz de esta región.
Los obispos del Valle del Cauca, jurisdicción eclesiástica de Cali, han respaldado esta iniciativa, por ello “unimos nuestra voz a la del hermano Obispo, Rubén Darío Jaramillo Montoya, quien viene alertando, con firmeza y angustia, sobre el riesgo de masacres en diversas comunas y caseríos del distrito”.
Una firme denuncia
Los prelados han indicado que “la gran cadena humana, como expresión de paro y protesta ciudadana, convocada para el 10 de febrero” es una expresión de “la solidaridad moral, la unidad y alianza, pacífica pero contundente, del pueblo que se entrelaza como una sola fuerza, para aislar a los tiranos visibles y también a los ocultos”.
Denuncian que las bandas criminales “conforman la cobarde urdimbre del asesinato y del genocidio, en la ciudad y en la región del Pacífico y Suroccidente”, por ello “denunciamos el apoderamiento mafioso de la ciudad por parte de pandillas y carteles, que cubren la red de esteros, fluvial y marítima, capturando los renglones de la precaria economía de mercado, desplazando con terror barrios enteros y asesinando de manera selectiva a los jóvenes”.
“Apoyamos la manifestación de rechazo a quienes quieren someter al pueblo digno y honesto bajo el yugo sanguinario del negocio criminal”, acotan.
Foto: EFE